Septiembre es el mes más concurrido por visitantes a la ciudad de Salta debido a la Fiesta del Milagro. “Esta celebración está incorporada a nuestra historia de vida, forma parte de la idiosincrasia propia del noroeste. Acá vienen peregrinos desde los cerros, algunos de más de 4000 metros de altura; vienen turistas de todas partes del país y del mundo, participan creyentes, ateos, curiosos. Es la festividad religiosa más grande de Occidente”, señala Mónica Rodríguez, directora del Museo Histórico Nacional.
Durante los días de celebración, la sala de arte religioso del Museo Histórico de Salta es una de las más visitada. Se exhiben medallas, manuscritos, misarios y galerías de fotos que ilustran la magnitud del acontecimiento.
El Monseñor Miguel Ángel de Vergara, fundador del Museo Histórico del Norte, no sólo fue un sacerdote sino también un historiador, autor de varios libros sobre la historia de Salta y Jujuy. En sus investigaciones, narra cómo en 1592 el obispo Fray Francisco de Victoria donó al pueblo de Salta la imagen de un Cristo crucificado y la imagen de la Virgen del Rosario. Ambas llegaron en barco a Lima y emprendieron una travesía hasta llegar a destino.
“…en esta inmensa ruta, el camino subía atrevidamente a las más altas cumbres y bajaba a los valles hondos, en medio del frío y del calor, viéndose a menudo entorpecido por grandes y peligrosos ríos, como por precipicios insondables. Pero todo eso fue vencido por los heroicos hombres, españoles e indios, que condujeron tan divinos tesoros…” relató el Monseñor en 1942. Tal vez desde entonces la historia del Señor y la Virgen del Milagro esté hermanada con el peregrinaje.
Para llegar a la ciudad el 15 de septiembre, fieles desde los más remotos lugares de la puna comienzan su marcha semanas antes. Los peregrinos del pueblo de Nazareno caminan durante diez días, atravesando cerca de cincuenta pueblos; otros llegan desde San Antonio de los Cobres, Cachi, Iruya, caminando 500, 300, 200 kilómetros. Los pobladores los esperan para convidarles agua, comida y darles fuerza para continuar.
“Los peregrinos vienen rezando aquello que han aprendido de la Fe cristiana y algunos vienen tocando música autóctona y bailando danzas típicas de la puna. Aquellas tejedoras que trabajan en el telar ancestral, los hombres que realizan máscaras para interpretar al diablo en la fiesta de carnaval, son los mismos que el día del Señor del Milagro salen en procesión con su santo en alto. Ese sincretismo es propio de la cultura de esta región” dice Rodríguez.